miércoles, 29 de febrero de 2012

Solo Una Noche


Sólo una noche, crítica

¿En qué medida debemos ser sinceros con nuestra pareja? ¿Debe ser la fidelidad el principio en el que se fundamenten nuestras relaciones sentimentales? Estas dos preguntas son las que se formula Sólo una noche, el debut en el largometraje deMassy Tadjedin, una guionista a la que conocíamos por su libreto para ‘The Jacket’.

La directora sigue los dos miembros de un joven matrimonio en crisis. Durante una fiesta de trabajo, ella (Keira Knightley) se da cuenta que su marido coquetea con una nueva compañera de trabajo. A la llegada al hogar conyugal, ambos discuten acerca de la atracción que siente él (Sam Worthington) por su nueva colega (Eva Mendes). Después de hacer las paces, el esposo emprende el viaje junto a la atractiva señorita, mientras que su mujer permanece en la ciudad.  Durante una sola noche, él tendrá un affair con su colega y su esposa se reencontrará con un antiguo amor que conoció durante su estancia en París (Guillaume Canet).

Este argumento tan sencillo es la excusa que Tadjedin utiliza para desarrollar una historia llena de diálogos acerca del amor, la atracción y la infidelidad. Lo hace con cierta pericia y sin caer excesivamente en el subrayado. Quizá el problema resida en lo poco original de su propuesta y en la desigual manera que están tratadas las dos infidelidades. Mientras que el peculiar encuentro entre la mujer casada y su antiguo amor está tratada de una manera eficazmente melancólica, el affair entre el esposo y su atractiva compañera carece de la fuerza que debería. Gran parte de la culpa de esta desigualdad reside en la inexistente química entre Sam Worthington y Eva Mendes, que se limitan poco más que a decir sus diálogos y lucir sus atractivos cuerpos. Por si fuera poco, su labor queda aún más empequeñecida si lo comparamos con el espléndido trabajo de una magnífica Keira Knightley, como esa esposa en un mar de dudas, y un sensible Guillaume Canet, un escritor que no ha podido recuperarse de ese breve amor que sintió por la que ahora es una mujer casada.

No obstante, a favor de Tadjedin, hay que mencionar la soltura con la que está llevada toda la película y la escasa pacatería de una moraleja que aboga por las mentiras piadosas y el perdón de los affairs.

sábado, 25 de febrero de 2012

Al filo de la Mentira



Con tantos “thrillers” basados en la ficción, con objetos tan valiosos que se necesitan recobrar para evitar la destrucción del planeta, intentos de asesinato de altos funcionarios que provocarían guerra mundiales a punto de suceder, o claves secretas de misiles nucleares. Es refrescante que haya una película en cartelera que cuente la historia de tres agentes secretos del gobierno israelí con una misión tan personal como secreta.

No es del todo una perfección como para que existan rumores de que será nominada a los Oscars y sería incorrecto darle pase libre sólo porque estelariza Helen Mirren. Tiene un grave defecto de confundir a la audiencia con brincos en la línea del tiempo, es absurdo, innecesario y creo que sabotea un interesante libreto que no necesita de trucos para cautivarnos. Luego tiene un inicio lento, lleno de diálogos que parece que no lleva a ningún lado, siempre dando breves detalles que dan ganas de darles cachetadas para que suelten la sopa de una vez por todas. Entonces mientras estaba sentado esperando durante cuarenta minutos que algo me despertara, es como si la película tuviera un switch y el resto es verdaderamente emocionante.


Tres veteranos agentes del Mossad ya retirados, Rachel Singer (Helen Mirren) , Stephan Gold y David Peretz (Ciarán Hinds) se convirtieron en figuras respetadas en Israel gracias a una misión que realizaron treinta años atrás. Su objetivo fue el de localizar en Berlín al criminal nazi Dieter Vogel (Jesper Christensen), apodado el “cirujano de Birkenau” , extraerlo del país y llevarlo de vuelta a su país de origen para ser objeto de juicio. Suficiente decir que nada es lo que parece y el secreto de la misión es capaz de destruir sus vidas. Para ayudarnos a comprender lo que sucedió, es que vemos las versiones jóvenes interpretadas por Jessica Chastain, Sam Worthington y Marton Csokas; llevando a cabo la misión en los años de 1964 y 1965.


Quizás no sea tan importante para uno como extranjero, las razones que llevaron a los agentes ha guardar “el gran secreto”. Si lo vemos objetivamente, la verdad los hubiera sido lo mejor y al final el destino que le tenían preparado a Dieter Vogel eventualmente se hubiera logrado. El libreto hasta nos brinda la oportunidad de conocer las motivaciones de los personajes que van desde venganza familiar y hasta honor para el país, esto es evidente en una excelente escena entre David y Dieter que con justa razón termina en golpes. Es por eso que me hubiera gustado conocer más a detalle el valor de lo que estas personas estaban haciendo. Se sabe que los nazis cometieron atrocidades, pero el villano resulta muy fácil para no condenar las acciones del trío de agentes, luego son héroes por haberle dado chicharrón y hasta los invitan a  eventos para recibir agradecimientos. ¿Es esto lo que acaso se llama justicia?


La película no se mete en líos, ni complejidades al grado de que se mantiene firme en las caracterizaciones de sus personajes. No existe ninguna condena o mensaje oculto que pretenda darnos a conocer, entonces es prácticamente entretenimiento que contienen elementos de hechos verídicos que provocan más apego a lo que sucede y de lo que normalmente somos testigos.